La difusión de la imprenta del S. XV al XVIII.
1. Factores que motivaron el establecimiento de nuevas imprentas.
2. La difusión geográfica en Europa.
2.1. S XVI.
2.2. S. XVII.
3. La imprenta en Valencia (siglos XVI-XVIII).
3.1. S XVI.
3.2. S. XVII.
3.3. S. XVIII.
4. El nuevo mundo.
4.1. México.
4.2. Perú.
4.3. Estados Unidos.
5. Extremo Oriente.
1. Factores que motivaron el establecimiento de nuevas imprentas.
En la mayoría de los casos fueron los eclesiásticos los mayores difusores de la imprenta en sus
comienzos, ya que como consecuencia de las guerras que devastaron Europa durante los siglos XV y
XVI, habían desaparecido los libros litúrgicos de las iglesias y debían reponerse con rapidez para
restaurar el culto. Por ello, los canónigos de las catedrales costearon con frecuencia los gastos
necesarios para la instalación de un taller tipográfico.
Junto a los libros para el culto comenzaron a aparecer impresiones de textos sagrados, tratados
teológicos, obras clásicas y algunos libros destinados a acrecentar la piedad popular.
Pero la imprenta era sobre todo una industria, y como tal debía orientarse hacia fines comerciales y
obtener al menos los beneficios necesarios para cubrir los gastos de impresión. Los impresores
comenzaron a independizarse del mecenazgo de la Iglesia. Para ello hubo que resolver una serie de
problemas, el principal de los cuales era el de la distribución.
Había que encontrar, a ser posible en la propia ciudad donde estaba ubicada la imprenta, una clientela
estable y extensa. Por ello, las ciudades universitarias fueron un lugar de asentamiento próspero.
También las sedes episcopales, y lugares donde había importantes tribunales de justicia. En las
ciudades comerciales también se instalaron numerosas imprentas dado que burgueses acomodados e
incluso artesanos comenzaron a conformar sus bibliotecas.
2. La difusión geográfica en Europa.
Entre 1455 y 1460, funcionaron en Maguncia varios talleres. El principal de ellos fue el de Fust y
Schöeffer. Estos llegaron a vender obras en Frankfurt, Lübeck, e incluso abrieron una tienda en París.
En los 10 años siguientes la imprenta se extendió por toda Alemania. En 1465 pasó a Italia, y a partir
del 1470 los talleres se multiplicaron por toda Europa hasta llegar el 1480 a funcionar en 110 ciudades.
Italia se convirtió en el país de mayor actividad, superando a las imprentas alemanas. Las ciudades
mas activas fueron Venecia, Milán y Florencia.
España, Francia e Inglaterra tuvieron una actividad mucho menor, dependiendo el comercio del libro
en gran parte de las ediciones italianas. Durante el siglo XVI, la imprenta continuó su expansión
ascendente.
2.1. Siglo XVI.
Destacó como gran centro impresor, en este siglo, la ciudad de Amberes. Aunque en principio se
dedicaron a abastecer el mercado de la clientela de comerciantes y burgueses de esta ciudad, pronto
comenzaron a imprimir para la exportación, por ejemplo, obras inglesas.
En Alemania destacó la ciudad de Estrasburgo, haciéndose famosas sus ediciones por su calidad. Se
convirtió en un importante centro de ilustradores. En esta época llegaron a funcionar en Alemania
imprentas en 140 localidades nuevas.
En Francia la actividad editorial fue también muy destacada. El comercio y la industria tipográfica
francesa aparecían divididos en dos zonas:
Norte: Se vendían libros impresos en París.
Sur: Dominaba la ciudad de Lyon, que gracias a sus ferias había adquirido las características
de una industria de exportación.
Los impresores imitaban las obras venecianas, y llegaron a tener representación en Madrid, Barcelona
y Burgos.
En España, el cardenal Jiménez de Cisneros, con la colaboración de Antonio de Nebrija hizo imprimir
en Alcalá de Henares a Arnau Guillén de Brócar , la famosa Biblia políglota, entre 1524 y 1517.
Los principales impresores de este siglo estaban ubicados en Salamanca, Barcelona, Sevilla, Valencia
y Madrid. A parte de los libros impresos en nuestro país, se importaban obras, especialmente de Lyon
y Amberes.
En Inglaterra los impresores y libreros lograron crear una industria tipográfica independiente. El deseo
de proteger la industria nacional, y evitar que penetraran las ideas de la reforma luterana, motivó que
los reyes Tudor practicaran una política proteccionista. Esto se refleja en la prohibición de 1523 de
contratar aprendices que no fueran ingleses. El estado concentró la industria tipográfica en Londres,
limitando el número de talleres. Solo se autorizó a funcionar las prensas que abastecían las
universidades de Oxford y Cambridge y la ciudad de York.
El problema religioso afectó notablemente al mundo de la imprenta. La reforma luterana produjo un
cambio considerable en los centros de producción editorial de Alemania.
Así, Leipzig, muy activa a comienzos de siglo, se eclipsó cuando el católico Jorge de Sajonia comenzó
a perseguir a los impresores protestantes. En cambio, la actividad de Lutero impulsó la imprenta en
otras ciudades alemanas como Wüttenberg. Allí se imprimió la Biblia en alemán y miles de escritos
luteranos. Apareció una literatura de combate representada por los folletos y panfletos en alemán que
era distribuida por los vendedores ambulantes.
En Ginebra Calvino creó otro gran centro editor para la difusión de la cusa protestante. Por su cercanía
a la ciudad de Lyon acudieron muchos oficiales tipógrafos que carecían de trabajo.
La contrarreforma comenzó a alterar de nuevo el mapa de los grandes centros editoriales a partir de
1570. La decisión del Concilio de Trento de unificar y revisar el texto de los libros litúrgicos, según el
uso romano, favoreció el resurgimiento de las imprentas católicas.
En Italia, Venecia y Roma recobraron su importancia como centros impresores, y en los Países Bajos
Amberes, bajo influencia española, se convertirá en el principal centro editorial de la contrarreforma.
También renació la imprenta en las ciudades del sur de Alemania, así como en Colonia.
2.2. Siglo XVII.
La literatura profana en lengua vulgar, desterrada frecuentemente a un público que ignoraba el latín,
especialmente a las mujeres, se puso de moda en España, Francia, Inglaterra y Holanda. Eran textos
de venta fácil y rápida. Los talleres tipográficos se multiplicaron en este siglo, hasta el punto de que
apenas hubo una ciudad pequeña que no poseyera una imprenta. Eran negocios familiares que
sobrevivían imprimiendo documentos administrativos, abecedarios o libros de texto elementales.
En el siglo XVII fue muy relevante la imprenta holandesa. Libres de la tutela española, iniciaron la
conquista de un imperio colonial, con la familia Nassau a la cabeza. Este siglo de oro de Holanda
atrajo a muchos intelectuales protestantes franceses que se refugiaron bajo la tutela de Mauricio de
Nassau.
Así, Ámsterdam se convirtió en el segundo centro editorial en lengua francesa después de París, y
gracias a su posición y a sus extensas relaciones comerciales se convirtió en el siglo XVIII en centro
del comercio del libro europeo.
En Rusia el primer libro que se conoce está impreso en Moscú, y data de 1563-1564. Se trata del libro
del diácono Ivan Fiodorov, titulado El apóstol, e ilustrado con múltiples grabados. Durante cerca de un
siglo únicamente se publicaron libros litúrgicos. Solo a mediados del siglo XVII se comenzó a editar
libros profanos.
Todos los libros publicados en Rusia en esta época tienen un denominador común: el uso de
caracteres cirílicos. La imprenta rusa alcanzó un gran desarrollo a partir del siglo XVIII, con grandes
tiradas.
3. La imprenta en Valencia (siglos XVI-XVIII).
3.1 Siglo XVI.
A principios del siglo XVI, se instalaron en Valencia nuevos impresores. El estilo de la imprenta
valenciana evolucionó adaptando nuevos tipos como el itálico romano. Abundaban las orlas y escudos
y los grabados se ejecutaban con mayor delicadeza y precisión. Pero a cambio se utilizaba un papel de
mala calidad. Son más numerosas las obras impresas en lengua vulgar, en detrimento del latín. Se
aumentan las tiradas de libros, apareciendo el libro de bolsillo.
Entre las nuevas familias de impresores, destacan las de Huete, Navarro y Mey. Una de las obras que
alcanzó mayor difusión fue la Vita Cristi de Sor Isabel de Villena, reimpresa en 1513. Un impresor
notable fue también Joan de Timoneda, zurrador de profesión. Abandonó este oficio para convertirse,
primero en librero y luego en impresor, Fue comediógrafo y poeta, y editó numerosos cancioneros en
los que incluyó obra propia y ajena.
3.2. Siglo XVII.
A comienzos del siglo XVII empieza a expandirse la imprenta a otras ciudades valencianas. Diego de
la Torre se estableció en Orihuela en 1612 a instancias del obispo, y contando con los dominicos de la
ciudad como clientes. Pero en 1603 falto de trabajo se trasladó a Zaragoza.
Jaime Mesnier introdujo la imprenta en Alicante en 1689, y Francisco Felipe Mey lo hizo en Segorbe en
1613. Estos impresores se trasladaban de una ciudad a otra según vieran las posibilidades
económicas de cada una de ellas.
Los Mey trabajaron mucho en este siglo en la ciudad de Valencia. El fundador de la dinastía había sido
Juan Felipe Mey, natural de Flandes, quien se avecinó en 1535. Su hijo Pedro Patricio fue el
continuador del negocio familiar desde 1581, llegando al punto más alto de la maestría en el siglo XVII.
Imprimió, entre otras obras notables, un Quijote en 1605, las décadas de la historia de Valencia de
Gaspar Escolano en 1610 o los Anales del Reino de Valencia de Francisco Diago en 1612.
Otro hijo de Juan llamado Juan Felipe fue, además de impresor, catedrático de prosodia, gramática y
retórica de la Universidad de Valencia.
Otros impresores notables de la Valencia del siglo XVII fueron Jerónimo Vilagrasa, también grabador,
Miguel Sorolla, Claudio Mace, y la familia Cabrera.
Durante este siglo la imprenta valenciana sufrió un proceso de decadencia gradual debido a:
La baja calidad del papel y la tinta.
Los tipos o caracteres desgastados.
La decadencia económica fruto de la guerra de las germanías y la expulsión de los moriscos.
3.3. Siglo XVIII.
Este siglo se caracterizó por un resurgimiento del arte tipográfico, continuando la expansión de la
imprenta en la ciudad de Valencia y en otras poblaciones.
En Alicante se consolidó, destacando Page, Andrés Clemente y Nicolás Carratalá. En Orihuela
trabajaron Jaime Mesnier y Jose Vicente Algarda que firmaba como impresor de la ciudad y del obispo.
En Valencia se fundó la Compañía Valenciana de Libreros e Impresores, muy activa entre 1769 y
1765. Fundada por Manuel Cavero y Juan Antonio Mallén, no tenía como finalidad la ganancia
comercial, sino que desarrollaba una labor cultural. El erudito Gregorio Mayans comentó alguna de sus
ediciones.
A parte destacaron tres familias de impresores que regentaban las grandes imprentas del XVIII.
Primero Antonio Bordazar de Artazu, que heredó la imprenta de su padre, editó obras de Gregorio
Mayans, de quien era amigo personal, y escribió él mismo tratados de historia, matemáticas,
astronomía y gramática. Fue impresor de la ciudad, del arzobispado y de la inquisición.
José de Orga trabajó en la imprenta de Bordazar como encargado y luego se trasladó a Madrid. Su
viuda, Antonia Gómez, volvió a Valencia con una parte de las prensas y la letreria, y comenzó a
imprimir con ayuda de sus hijos José y Tomás. Esta imprenta llegaría hasta el siglo XIX. Entre sus
obras destacan la Biblia traducida por el padre Scio de san Miguel , en 10 volúmenes.
Benito Monfort comenzó a trabajar en la imprenta de la viuda de Bordázar. Se estableció por su cuenta
y se convirtió sucesivamente en impresor de los jesuitas de la Universidad de la ciudad y de otras
instituciones académicas. Entre sus obras destaca la opera omnia de Juan Luis Vives, en 8
volúmenes, y la historia de España de Juan de Mariana, en 9 volúmenes. Continuará hasta 1852, año
en que regentaba la imprenta Monfort su nieta Magdalena Monfort Rius.
La imprenta del siglo XVIII destacaba por utilizar tipos de talla perfecta, papel y tinta de gran calidad,
amplio margen y suntuosos grabados.
También aparecen en este siglo imprentas propias de los periódicos como el Diario de Valencia, que
comenzó a editarse en 1790. Al mes de editar su primer número ya poseía un taller independiente.
Se editaron para las clases populares multitud de coloquios, romances y hojas sueltas, que
despreciadas por los eruditos y bibliotecarios, han desaparecido en gran parte.
4. El nuevo mundo.
4.1. México.
En 1539 Fray Juan de Zumarraga obtuvo permiso de la corona española para establecer en México un molino de papel y una imprenta. Para ello, el impresor sevillano Juan Cromberger envió a uno de sus tipógrafos, Juan Pablos, con una prensa. Este comenzó a imprimir abecedarios, obras destinadas a la instrucción religiosa de los indios y algunos tratados jurídicos. En 1550 llegó a la ciudad un fundidor de tipos también sevillano llamado Antonio de Espinosa, quien realizó para Pablos caracteres romanos que sustituyeron a los góticos que se habían utilizado hasta entonces. Entre el 1537 y el 1550 se consideran incunables mexicanos.
A finales del siglo XVI y desde el siglo XVII ya funcionan numerosas imprentas, llegándose a imprimir 1228 obras en este siglo (XVII).
4.2. Perú.
En 1584 Antonio Ricardo estableció en Lima la primera imprenta. Lo habían llamado los jesuitas que poseían en la capital de Perú un importante colegio. Necesitaban libros para la evangelización de los indios. En el siglo XVII Lima contaba ya con 10.000 habitantes, una universidad con 80 profesores y tres talleres de impresión.
4.3. Estados Unidos.
La primera imprenta se instaló en 1638 en Nueva Inglaterra, en los alrededores de Massachussets. No obstante la imprenta tardó bastante en desarrollarse en América del Norte. Así, en 1974 se instaló un taller en Boston, y en 1685 en Philadelphia. .
Será en el siglo XVIII cuando alcanzará una gran expansión a través de los periódicos. Las primeras gacetas norteamericanas copiaban a menudo a las europeas, pero con noticias importantes para la reconstrucción de la vida cotidiana de aquellas ciudades.
El impresor que tenía un taller solía fundar un periódico del cual era, a veces, el único redactor.
Debido a las grandes distancias y a la necesidad de encontrar lectores, se comenzó a enviar ejemplares por correo. Esto hizo que en más de una ocasión el jefe de correros local se convirtiera en impresor o viceversa. Por ello, los talleres tipográficos americanos hacían en ocasiones de relevo de
postas y de tiendas, donde además de libros se vendían múltiples objetos.
5. Extremo Oriente.
Tras la llegada a China y Japón por parte de los portugueses, los jesuitas introdujeron los últimos adelantos de la imprenta occidental en extremo oriente. San francisco Javier y sus sucesores se limitaron, en principio, a utilizar los procedimientos tradicionales en China. Pero en 1584 el padre Valignano se propuso introducir los caracteres móviles fundidos al estilo europeo. Así imprimió una obra escolar en 1589, y se comenzó la traducción al chino de los tratados más importantes de la ciencia y la cultura occidental. Se logró publicar una enciclopedia de temas matemáticos y científicos de más de 100 volúmenes.
En Japón fueron impresas más de 20 obras por el sistema occidental entre 1549 y 1644, gracias a la actividad evangelizadora de los jesuitas. Estas obras son valoradas actualmente por los historiadores de la imprenta como auténticos incunables.
En La India también se fundaron observatorios astronómicos y se tradujeron muchos de los escritos fundamentales de la cultura autóctona como las vedas.
La revolución Francesa y las guerras napoleónicas interrumpieron momentáneamente el contacto de occidente y Oriente.
viernes, 19 de febrero de 2010
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